Un día Don Quijote estaba merendando con su amigo Sancho Panza y
sin esperarlo, su caballo Rocinante salió galopando sin control.
Don Quijote gritaba ¡mi caballo, Rocinante!
Sancho Panza intentaba tranquilizar a Don Quijote pero él seguía
muy preocupado por su caballo Rocinante. Aquel caballo era el animal más
impresionante del mundo. Su pelaje blanco como la nieve y sus ojos marrones
como el tronco de un árbol, era el más especial del mundo. Este caballo tan
elegante solo come hierba y vegetales por eso es tan flaco como la cola de un
gato.
Al día siguiente Rocinante seguía sin aparecer. Don Quijote estaba
de los nervios porque su caballo elegante estaba perdido en algún lugar de la
Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, o ¿era en Sanabria? ¡Qué despiste!
Al cabo de un rato Don Quijote vio un caballo a lo lejos, pero no
era Rocinante. Su caballo estaba al lado del árbol donde dormía Sancho Panza.
Aquel caballo estaba ahí porque Sancho
tenía una manzana en la mano.
Y está es una de las aventuras más complicadas a las que nuestro
amigo Don Quijote y su escudero Sancho tuvieron que enfrentarse.
CONTINUARÁ...
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